
Edgar Valenzuela: el líder detrás de la Cámara Nacional de la Mujer
Edgar Valenzuela: El líder que transformó una idea en un movimiento de empoderamiento femenino
De la visión de un comunicólogo nació la Cámara Nacional de la Mujer, una institución única en el mundo que impulsa el desarrollo y la representación de las mujeres en México y América Latina.
El liderazgo no siempre nace de los grandes capitales, sino de las grandes causas.
Esa es la historia de Edgar Valenzuela, comunicólogo, mercadólogo y publicista que hace casi dos décadas decidió transformar una inquietud en una organización capaz de cambiar vidas.
Todo comenzó con una observación: en Latinoamérica no existía un reconocimiento formal para destacar el esfuerzo y la trayectoria de las mujeres en diferentes sectores. Con esa idea en mente, Edgar creó el Premio Nacional de la Mujer, y con él, la estructura que hoy conocemos como la Cámara Nacional de la Mujer, una institución única en el mundo, reconocida oficialmente por la Secretaría de Economía de México.
“Quería darle a la mujer el lugar que merece, no solo en los homenajes, sino en la representación formal dentro de los ámbitos empresariales y sociales”, comparte Valenzuela.
A dieciocho años de su fundación, la Cámara Nacional de la Mujer se ha convertido en una red sólida de vinculación, con presencia en los principales estados del país y una expansión internacional que incluye países como Colombia, donde la organización ha crecido con fuerza y compromiso.
En cada estado, la Cámara tiene representantes que actúan como embajadoras de los valores de la institución. Son mujeres que inspiran, conectan y ayudan a otras a alcanzar nuevas metas. No se trata de una institución asistencial, sino de un puente de oportunidades. “Cada región tiene una historia y una necesidad distinta; nuestro papel es conectar a las mujeres con las áreas que pueden apoyarlas para crecer”, explica Edgar.
Su visión emprendedora va más allá del reconocimiento: busca crear un sistema en el que la mujer sea protagonista activa de su propio desarrollo. Por eso, la Cámara Nacional de la Mujer promueve alianzas, conferencias, programas de capacitación y proyectos que impulsan el bienestar familiar y profesional.
El crecimiento internacional ha sido tan orgánico como poderoso. Colombia se ha convertido en una segunda casa para Edgar, donde ha encontrado un reflejo de hermandad y colaboración entre dos pueblos que comparten idioma, valores y amor por la cultura. “México y Colombia tienen una conexión profunda; ambos países creen en el esfuerzo y la solidaridad”, comenta.
Hoy, con casi dos décadas de historia, la Cámara Nacional de la Mujer representa no solo una organización, sino un movimiento. Un espacio donde la empatía y el liderazgo femenino son el motor de un cambio tangible.
Edgar Valenzuela demuestra que cuando la visión empresarial se une al propósito social, los resultados trascienden generaciones. Su historia es un ejemplo de cómo una idea puede convertirse en un legado de empoderamiento.
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